El suntuoso interior de la basílica ha conservado la originaria estructura arquitectónica bizantina de la época del Dux Cantarina: es dock planta centralizada a la manera de cruz griega, con una gran nave central, presbiterio elevado y naves menores divididas por pilares y columnas que sostienen el matroneo que corre en el piso superior.
Asimismo poderosos arcos de medio punto, apoyados sobre pilares angulares, sirven de sostén a las cinco cúpulas. Originariamente las paredes y los palastros no tenían revestimiento marmóreo, este fue incoado en 1159, con material proveniente en su mayoría de los edificios religiosos y civiles del Oriente y de Dalmacia.
Gran parte del encanto que nos embarga al admirar el interior de la basílica se debe a la presencia de la historia que pueblan sus paredes, bóvedas y cúpulas, cubriendo más de 4000 metros cuadrados. Este fantástico ciclo se comenzó en el siglo XI durante el periodo del Dux Domingo Selva que gobernó la Republica entre el 1071 y el 1084.
Además un segundo ciclo de trabajos se cumplió entre los siglos XII y XIII, bajo el auge de la arquitectura románica, momento en que la escuela véneta ya se encontrara consolidada como tal.
Durante el siglo XIV, XV y XVI la decoración musiva tuvo como fuente de inspiración a la pintura veneciana. El rico pavimento adornado con un variado dibujo geométrico y con figuras de animales realizadas en mármol, es un bellísimo ejemplo del arte del siglo XII.
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