Al turista meticuloso que desea conocer Italia desde los Alpes hasta Sicilia, Turín se le presentara como un bellísimo preludio de una gran sinfonía. Ascender a una de las tantas colinas que rodean la ciudad, significa tomar conciencia de su belleza inigualable: Nos encontraremos frente a un panorama que no tiene igual en el mundo; paisaje hecho de colinas, de ríos, de monees, de colores, de espacio.
En gran parte ha contribuido a embellecerla la admirable obra de siciliano Felipe Jugara (1676-1736). Las bellezas naturales se confunden, se unen, se amalgaman con las de este artista, cuyo genio ha dejado marcas indelebles en Turín.

Todo transparenta gentileza en esta ciudad; las calles, los monumentos, las avenidas, los habitantes, las mujeres. Una gentileza no afeminada, sino profundamente aristocrática y civil.
Además la. ciudad y sus habitantes tienen carácter de Guma como se demostrad durante Resurgimiento primero y en el campo del trabajo, con la creación de numerosas industrias, después. Industrias que hacen famosa la ciudad en todo el mundo y que se desarrollan en los mas diversos campos: el del automóvil, de la aeronáutica, la radio, la televisión y la moda. Pero, a pesar de todos los adelantos modernos, la ciudad ha sabido conservar las bellezas del pasado, gracias al innato sentido estético de sus hombres.
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